Los 25 libros que más me han impactado

Hace algunas semanas, mi prima María Rosa Ribas, con diferencia la lectora más precoz y voraz de cuantas personas me rodearon en la infancia –adultos incluidos–, me lanzó un reto a través de las redes sociales, después de que alguien le arrojara a ella el guante. En lugar del manido Ice Bucket Challenge (echarse un cubo de agua helada por la cabeza), tan en boga últimamente, me conminó a que escribiera cuáles son los libros que más me han influido o impactado.

Al igual que Rosa, lo que aquí recopilo no son las obras que más me han impresionado literariamente o desde un punto de vista creativo, sino aquellas que, por una razón u otra, “conectaron” conmigo. Su presencia en mi mapa de las emociones obedece probablemente al momento en que fueron leídas y a que, en buena parte de ellas, tuve la sensación de que habían sido escritas para mí.

Pese a que Rosa logró reducir su lista a diez libros, yo he sido incapaz y me he extendido hasta los 25, después de descartar al menos otros tantos. Ahí van, con una breve descripción de por qué los he elegido:

1) 20.000 leguas de viaje submarino (Julio Verne): Por encender la chispa de la literatura de aventuras y de ciencia ficción, y abrir las puertas al mágico universo de su autor. Un lugar al que todos los niños deberían viajar durante un tiempo.

 

2) La historia interminable (Michael Ende): Por enseñarme desde niño a jugar al juego del libro dentro del libro. Algo que he seguido disfrutando de adulto con autores como Paul Auster. Y por inventar la literatura bicolor.

 

3) Moby Dick (Herman Melville): Por subrayar que la frontera que separa el bien del mal no es más que una línea difusa. También por trazar uno de los personajes más fascinantes que ha concebido la literatura, el capitán Ahab. Y por obligarme a terminar el primer ‘tocho’ de mi vida.

 

4) Yo Robot (Isaac Asimov): Por mostrarme que la literatura de ciencia ficción puede ser el escenario más idóneo para plantear dilemas morales. Cuántos guiones de cine han aprovechado este legado.

 

 

5) El lobo estepario (Herman Hesse): Por alimentar mi soledad cuando debía ser alimentada y prender luz en la oscuridad.

 

 

6) Cien años de soledad (Gabriel García Márquez): Por hacerme escuchar por primera vez la música de la literatura, ese fenómeno que surge al juntar palabras con un talento tan excepcional.

 

 

7) Pantaleón y las visitadoras (Mario Vargas Llosa): Por hacerme reír hasta la extenuación.

 

 

8) Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (Haruki Murakami): Por hacerme navegar entre el mundo real y el onírico, perdiendo de vista la frontera que los separa. Por construir un punto de un encuentro entre Oriente y Occidente. Por la extraordinaria fuerza de sus personajes e historias. El primer gran impacto de una extensa colección de obras excepcionales.

9) El libro de las ilusiones (Paul Auster): Por romper en pedazos el mito de la banalidad norteamericana, literatura que ahora admiro y persigo, y por practicar el juego de los espejos con semejante inteligencia.

 

 

10) La balada del abuelo Palancas (Félix Grande): Por hacerme sentir de nuevo y por sorpresa que me enfrentaba a un grande. Por hacerme ver que en todas las familias hay una gran historia. El tiempo aún no le ha hecho justicia.

 

11) Todo lo que muere (John Connolly): Por abrirme las puertas del infierno y exhibir la maldad en estado puro. Por revelar un camino poco explorado en la literatura policíaca, donde el crimen convive con los fantasmas.

 

12) El romancero gitano (Federico García Lorca): Por su exhibición de musicalidad y compás. Por demostrar que la poesía puede ser tan intensa como la narrativa. Por plantear que en la literatura la melodía de las palabras puede ser incluso más importante que su significado.

 

13) El perfume (Patrick Suskind): Por hacerme oler por la calle, por obligarme a separar los aromas hasta encontrar su procedencia. Por abrirme un mundo nuevo que tanto he disfrutado en otras facetas de mi vida.

 

14) El curioso incidente del perro a medianoche (Mark Haddon): Por atraparme a través de la simpleza. Por crear un personaje tan inolvidable como inédito, tan complejo como ingenuo al mismo tiempo. El libro que más veces he regalado.

 

15) El halcón maltés (Dashiell Hammet): Por inventar un género que nunca podré abandonar. Por crear escuela con sus afilados diálogos.

 

 

16) La carretera (Cormac McCarthy): Por esbozar el más sórdido retrato de la desesperanza que jamás he leído.

 

 

17) El cine según Hitchcock (François Truffaut): Por hacerme disfrutar del ensayo tanto como de la narrativa, algo que creía imposible. Y por desmenuzar la psicología de un personaje fascinante y complejo.

 

 

18) Lolita (Vladimir Nabokov): Por lograr que nos identifiquemos con la obsesión, el sufrimiento y la sordidez del personaje.

 

 

19) El conde de Montecristo (Alejandro Dumas): Por ser la obra más atractiva que se ha escrito sobre la venganza, un subgénero que me atrae especialmente, y por su intemporalidad.

 

 

20) Las Benévolas (Jonathan Littell): Por esbozar el más impactante retrato del sadismo; la historia de un psicópata que aprovecha las circunstancias para dar rienda suelta al monstruo que lleva dentro.

 

 

21) El viejo y el mar (Ernest Hemingway): Por construir una historia que te atrapa desde la primera página, prácticamente de la nada.

 

 

22) El nombre de la Rosa (Umberto Eco): Por esa concentración de personajes, secretos, oscuridades y represiones en un universo tan pequeño. Y por construir una de las tramas más sorpresivas de la literatura policíaca.

 

23) El gatopardo (Giuseppe Tomasi di Lampudesa): Por enseñarme como funciona el entramado social y la política. De actualidad, pase el tiempo que pase. En este preciso momento, debería ser de obligada lectura.

 

24) El misterio de la cripta embrujada (Eduardo Mendoza): Por ser la primera obra que cayó en mis manos del autor que más me ha hecho reír en la literatura policíaca, con sus personajes disparatados, sus pistas absurdas y sus tramas rocambolescas.

 

25) Sin hogar ni lugar (Fred Vargas): Por ser la versión francesa del anterior. Igual de divertida y absurda. Ni uno solo de sus libros es prescindible.