Música más allá del musical

Gene Kelly, en ‘Cantando bajo la lluvia’

Nunca he sentido una gran atracción por los musicales. Es cierto que películas como ‘Cantando bajo la lluvia’, ‘West Side Story’, ‘Cabaret’, ‘Siete novias para siete hermanos’ o incluso ‘Moulin Rouge’ y ‘Chicago’ forman parte de la historia cinematográfica. Pero a mí nunca me han emocionado en exceso. Es extraño porque amo tanto la música como el cine.

Recuerdo que de niño ya me fascinaba la gran pantalla, pero, en cuanto se ponían a cantar, sólo deseaba que el número acabara y continuara la acción. Para mí, un musical era como ver una película constantemente interrumpida por anuncios… Es posible que fuera porque no entendía la letra de las canciones –aunque con el tiempo descubrí que a menudo no aportaban nada a la trama–, o tal vez porque la danza tampoco me interesa mucho…

Esta actitud distante con que contemplo el cine cantado no me impide, sin embargo, reconocer que una escena musical puede redondear una película y que incluso ésta acabe siendo recordada por dicho fragmento. Algunos incluso son tan memorables que han quedado grabados en nuestra memoria y no nos cansamos de verlos. Son escenas que sí nos cuentan algo relevante y trascendental.

Para que me entendáis, he recopilado algunas de ellas, mis favoritas, y así poder compartirlas con todos. Veréis que, pese a no habérmelo propuesto, casi ninguna pertenece a un musical:

1) Shine (Scott Hicks, 1996). El auténtico David Helfgott, papel que en la película interpreta Geoffrey Rush (la valió un Oscar), es un pianista fantástico que en la actualidad vive en junto a su esposa en Australia. Helffgot fue un niño prodigio, intensamente maltratado por su padre, que acabó perdiendo la cabeza y pasando media vida encerrado en psiquiátricos. Esta escena nos muestra a un Helfgott ya maduro, tratando de integrarse en la sociedad. Sus vecinos, contagiados de prejuicios, le contemplan como un vagabundo de mirada perdida y discurso inconexo, incapaz de atarse sólo los zapatos. No ven más allá. Pero un día, David entra en un restaurante del vecindario, se sienta al piano y, para mayor gloria de Korsakov y su ‘Vuelo del moscardón’, decide dejar a los parroquianos con la boca abierta.

2) Deliverance (John Boorman, 1972). Esta película fue todo un shock; como contemplar una versión ‘light’ de ‘La matanza de Texas’, con menos sangre pero igual de terrorífica y escalofriante. Cuenta la historia de unos ejecutivos que deciden descender un río de la América profunda. Esta escena musical, del todo extraordinaria, anticipa múltiples elementos clave en la trama: la endogamia de los lugareños, su odio hacia los foráneos –que siempre parecen dispuestos a menospreciarlos–, y el escaso valor que otorgan a la vida de las personas ajenas a su clan. En definitiva, una escena que cuenta muchas más cosas que un precioso duelo de banjos.

3) La leyenda de la ciudad sin nombre (Joshua Logan, 1969). ¿Alguna vez escuchasteis una voz más grave, profunda y melancólica que la de Lee Marvin cantando ‘Estrella errante’? Este ‘western’ atípico, de buscadores de oro, borrachos y tahures, es una película imprescindible, pese a ser un musical. Cada vez que escucho a Marvin pronunciar esa frase genial que dice “soy un ex-ciudadano de ninguna parte; a veces echo de menos mi hogar”, para a continuación ponerse a cantar, se me pone la piel de gallina.

4) Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961). De ‘Moonriver’ existen mil versiones, algunas incluso fantásticas, como las de Frank Sinatra, Louis Amstrong, Andy Williams, Barbra Streisand o la orquestada por Henry Mancini. Pero escuchar a Audrey Hepburn, apoyada en el quicio de la ventana, rasgando las cuerdas de la guitarra, con la toalla en la cabeza y la ropa de andar por casa, me sigue pareciendo espectacular.

5) Cruce de caminos (Walter Hill, 1986). Una de las películas míticas de mi adolescencia. Imposible no emocionarse con esta escena, donde el joven guitarrista combate en un club del infierno por el alma de un viejo ‘bluesman’, jugándose la suya propia frente a un melenudo dedos largos (el maestro Steve Vai). La interpretación real de la guitarra de Ralph Macchio es obra del mismo Vai, salvo la parte inicial con ‘slide’ (el tubo de cristal que se desliza sobre el mástil de la guitarra), que corre a cargo de Ry Cooder, compositor del resto de la banda sonora.

6) El color púrpura (Steven Spielberg, 1985). Y siguiendo con la música negra, este blues ‘gospeliano’ dedicado a Miss Celie, obra del gran Quincy Jones. La fotografía y la escenografía son tan potentes como el tema.

7) Casablanca (Michael Curtiz, 1941). Sin comentarios. Nunca una canción y la falta de ella transmitieron tantas cosas…

8) Amadeus (Milos Forman, 1984). Qué increíble humillación ésta de Mozart a Salieri, al destrozar su divertimento. Imposible reconcentrar más odio que en esa última mirada…

9) Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959). Estupenda Marilyn y divertidísimas las miraditas a Daphne (Jack Lemmon), por parte de Joe E. Brown…

10) El pianista (Roman Polanski, 2002). A veces y aunque sea por un instante, el talento y la grandeza artística rompen la barrera de la diferencia… Youtube no me permite enlazar el vídeo, así que aquí aquí tenéis el link para verla: http://www.youtube.com/watch?v=Kqyj7a7uH04&feature=fvw

Acerca de Xescu Prats

Ibiza, 1973. Periodista, escritor y fotógrafo. Amante del arte, la fotografía, el cine, la literatura, el vino, la gastronomía, los viajes...
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5 respuestas a Música más allá del musical

  1. mariano dijo:

    Muchas gracias, Xescu, por tu blog. Me sumo a la lista de amigos a quienes ayudas a soñar. Con la música y el cine, me ocurre como cuentas: no puedo vivir sin ellos, pero casi nunca me ha gustado la mezcla (algún día me editaré todas las películas de los hermanos Marx sin arpas ni números musicales).
    A la lista que propones, me atrevo a sugerir dos más que me vienen con fuerza a la cabeza: Caetano Veloso, frente a Bebo Valdés, en «El milagro de Candeal» (después de cantar, Bebo Valdés, le dice algo así como «Cantas como Dios mismo») y Aretha Franklin en los Blues Brothers (una de las pocas películas en la que no quitaría ningún número musical). Gracias, de nuevo.

    • Xescu Prats dijo:

      Hola Mariano…

      Estoy de acuerdo con tus sugerencias, especialmente la de Aretha Franklyn, que era una de las que tenía en mente, aunque al final decidí limitarlo a diez… De esa película también me quedo con Ray Charles (baile callejero frente a la tienda de música incluido ) y John Lee Hooker y su ‘boom boom boom’. ‘El Milagro de Candeal’ todavía no lo he visto, aunque con esos músicos no cabe duda de que tiene que ser increíble…

      Un abrazo

  2. Livia Castillo dijo:

    ¡Qué regalo! Excepcional mezcla: Música para soñar, música para bailar, música para sentir, música para despertar y, especialmente, música para amar aún más el cine. Me pasa lo que a ti, los musicales no son mi elección preferida. Y en películas no musicales me parece que las canciones distraen más que aportan. Tendremos que corregir esa percepción después de la selección que has hecho. Besos. Livia.

  3. Javier García Rangel dijo:

    Sólo felicitarte por tus opiniones que en el caso del cine musical asumo como propias. Has sido elegante al decir que cada tema sonoro era como esperar a que terminara la publicidad, yo habría dicho que, salvo las excepciones marcadas (por cierto, con maestría), los musicales son un peñazo y que prefiero a Chuck Norris.
    Volver a ver el duelo de guitarra y banjo o a Joe Satriani en ‘Crossroad’, una gozada. Sigue así y dejo que cualquier día me invites a cenar.

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