‘Paisajes y pensamientos’

Cartel de la exposición

El pasado mes de diciembre de 2010 estrené en Ibiza mi primera exposición de fotografía artística en solitario, en la galería Art i Fang. Muchos amigos de Madrid, Barcelona y otros lugares se lamentaron por no poder acompañarme. Menos mal que no se les ocurrió, porque el feliz acontecimiento coincidió con la maldita huelga de controladores y yo, que tenía que volar desde Barajas, acabé llegando por los pelos gracias al barco de Denia.

Dificultades aparte, fue una noche fantástica, a la que asistieron un montón de amigos y también desconocidos, que además fueron muy generosos con sus comentarios y adquirieron buena parte de las fotos.

En fin, para aquellos que no pudisteis estar y ante algunas peticiones recibidas, aquí os dejo el contenido de la exposición, que se llamó ‘Paisatges i pensaments’ (‘Paisajes y pensamientos’). La muestra consta de 21 imágenes tomadas en Ibiza, en las que tenía como objetivo romper con el paisajismo que siempre ha caracterizado mi trabajo y desarrollar nuevos caminos hacia la imagen como proyección de un estado de ánimo, como reflexión entre el hombre y su medio y como diálogo con las formas, buscando un enfoque más abstracto.

Cada foto iba acompañada de un texto breve, una reflexión emocional provocada por esa imagen, que ahondaba en sentimientos sencillos o en temas profundos, como el conflicto entre la tradición y la modernidad, las raíces, la tensión entre urbanismo y conservacionismo o la mística como exageración de la belleza.

Las fotografías fueron expuestas a distintos tamaños, con la característica común de que todas eran impresiones directas sobre planchas de aluminio dibond, una técnica en la que el metal cobra un importante papel en el resultado final de la obra, ya que los blancos puros desaparecen dejando en su lugar la desnuda superficie del aluminio.

En fin, ahí las tenéis:

“ESTANQUES”.- Eivissa es un lugar único para capturar ardientes puestas de sol. Yo, sin embargo, disfruto más con los suaves atardeceres que se apagan en una gama de tonos monocordes. Esta fotografía representa una huida de esos crepúsculos encendidos y ofrece un paisaje donde el color se exhibe con tanta levedad, que está a un paso del blanco y negro. Aquí, los lechosos estanques de Ses Salines, prácticamente carentes de reflejos, contrastan con el ritmo regular de los postes alineados sobre el agua.

“VENTANAS DEL CASTILLO”.- Siempre me he sentido atraído por las ruinas… Las casas de campo abandonadas, con sus puertas devoradas por la carcoma, sus paredes desportilladas y sus cubiertas hundidas, que revelan un esqueleto de cañas, algas, cenizas y sabina. El castillo de Dalt Vila, ahora que todavía es una ruina vedada, multiplica ese sentimiento. Sus muros, cosidos con vigas de hierro para que no se desmoronen, sus puertas y ventanas vacías, y sus coloridos desconchones, que hacen inventario de manos y manos de pintura, ofrecen encuadres infinitos que, contemplados por separado, se aproximan a un cuadro abstracto donde conviven tonos, texturas y oquedades.

“PUERTA VIEJA”.- Al tomar esta fotografía, pensé que probablemente algún día alguien compraría la vivienda de Dalt Vila que luce esta puerta desgastada, oxidada y castigada por el tiempo. Entonces, me dije, podría ocurrir que esa persona la sustituyera o la enmascarara bajo una viva capa de pintura. Qué pena, reflexioné, porque en su decadencia radica su autenticidad. Luego me vino otra idea a la cabeza. Que la puerta era una metáfora de la propia isla; un símbolo de la necesidad de cuidar los muros de piedra seca que trepan por los montes, los vetustos pozos, las eras invadidas por la hierba, las desportilladas casas payesas, los bosques y los acantilados, y así poder conservar nuestra esencia de ibicencos; nuestro carácter.

“CAL, TEJAS Y PIEDRA”.- El paisaje y los objetos, cuando los observamos a pedazos, concentrándonos en la parte por encima del todo, nos obsequian con formas abstractas y geometrías caprichosas. Así ocurre en este juego de líneas y ángulos, conformados por iluminados muros de piedra, una pared encalada y apagada por la sombra, y una corona de vetustas tejas. La imagen fue capturada en Can Benet, en Benimussa.

“LA PUERTA DE LA TORRE”.- Cuando se contempla una casa payesa, es difícil no preguntarse si, pese a la rusticidad, nuestros antepasados poseían un gusto estético innato a la hora de construir sus casas combinando muros de cal y piedra. La ligera ondulación de la pared de la ‘feixa’, los tramos enlucidos de la torre salpicados de manchas de piedra vista… Tal vez fuera fruto de la casualidad. Y las cruces, aunque enaltecen el conjunto, obedecen a una razón más supersticiosa que artística. Pero ahí está el cerco blanco que rodea la entrada de la torre de Can Guimó, tan irregular como perfecto, prueba palpable de la armonía constructiva de los ‘arquitectos’ de la payesía.

“MARÈS”.- Qué extraña peregrinación ésta de unas personas que descienden por el acantilado hasta la Pedrera de Cala d’Hort, a la que ellos llaman Atlantis y, cuando alcanzan la recortada arenisca, no pueden evitar arañar su nombre en la roca maleable o construir una pequeña pirámide con las piedras que el viento y las olas arrancan del muro. Aquellos que tienen dotes artísticas incluso esculpen figuras con más o menos acierto. Luego, ascienden de nuevo el acantilado dejando atrás una huella, que permanece hasta que es erosionada por el viento. Es curioso pensar en el origen de este fenómeno, en la persona que un día, probablemente sin querer, inició el peregrinaje y convirtió en místico un lugar simplemente precioso.

“LA ESCALERA”.- Los arquitectos, esas almas caprichosas que se empeñan en construir casas que no son hogares sino paisajes interiores; esos artistas tridimensionales que, según les acusan algunos, priman la belleza por encima de la sencillez y la practicidad. Polémicos, arriesgados y, en ocasiones, geniales. Pero… ¿quién sino un arquitecto habría creado este baile de formas, esta conjunción perfecta entre el muro esquinero de la vieja catedral y la moderna escalera del castillo? Da lo mismo la perspectiva desde donde la observes, el hipnótico conjunto de líneas siempre está ahí…

“LAS HERRAMIENTAS DE MI MADRE”.- Botes manchados de pintura, jarrones, moldes viejos, pinceles y brochas, pegotes de esmalte, piezas descascarilladas, polvo de arcilla impregnándolo todo… Un aparente caos ordenado, estructurado y dispuesto para la creación. Es la sensación que me transmite el estudio de mi madre, el rincón donde modela su cerámica en las noches de invierno; el mismo cuarto que ocupa mi padre el mes de septiembre, cuando llega el momento de pisar la uva… Un espacio que, pese al aparente desorden, atesora un tiempo infinito de felicidad sencilla. Este bodegón fotográfico, de textura granulada y ligera indefinición, trata de captar el sosiego y la sensación cálida que envuelve a esta estancia.

“PUESTA DE SOL EN UNA CASA”.- Me gusta que las casas de los viejos barrios transmitan vida y exhiban cierta transparencia. Me agrada que los ancianos se asomen por las ventanas, que las sábanas tendidas desciendan por las fachadas, y que las macetas floridas y las bicicletas oxidadas se acumulen en los balcones. Esta vivienda del Carrer de Sa Carrossa, en Dalt Vila, me atrajo por esa misma transparencia y porque la lámpara del interior y la calidez que emitía transmitían la sensación de que el sol se estuviera poniendo en el interior de la casa.

“ESPIRAL”.- En ocasiones, cuando la luz se vuelve mágica, un objeto cotidiano puede transformarse en una imagen inesperada. El pasado invierno, al atardecer, mientras paseaba por Benimussa, me llamó la atención este rollo de tela metálica, que se desenredaba en su periferia formando una espiral irregular. No pude evitar disparar la cámara y capturar su geometría, enfocada y difuminada al mismo tiempo.

“SIESTA”.- Algunas personas conciben la vida como una búsqueda constante de momentos perfectos; instantes de felicidad radical para coleccionar en el álbum de la memoria. Estos pasajes vitales, por su complejidad, resultan arduos de describir con palabras o imágenes metafóricas; aunque no siempre. La historia de esta foto arranca un domingo de primavera, tras almorzar un mero delicioso en la playa de es Jondal. Tumbado sobre una hamaca, medio adormecido, confortado por el sol y arrullado por la brisa que agitaba las hojas secas de las sombrillas, disfruté de un momento perfecto. Antes de dormirme plácidamente, fui capaz de vencer la modorra, abrir los ojos, ajustar la cámara y disparar al cielo.

“PICAPORTE”.- Hace un tiempo, no mucho, las personas que trabajaban con sus manos se tomaban el oficio cual artesanos. Empeñaban tiempo en dar forma y belleza a los objetos, por cotidianos que fueran. En Eivissa, los carpinteros cuadraban las vigas de savina con la azuela, dejándoles un dibujo tosco y atractivo, y los albañiles modelaban zócalos en las fachadas, cercos en las ventanas y capiteles en las columnas. No hacía falta que se lo exigieran, pues el oficio implicaba el gusto por hacer bien las cosas. Hoy, el tiempo es dinero y se trabajan las formas más básicas, salvo para quien demanda la filigrana y está dispuesto a pagar por ella. Este delicado picaporte de hierro, que encontré en una casa de Dalt Vila, cerca del convento, fue moldeado simplemente para alegrar la vista y el tacto al ocasional visitante. Me recuerda a las egregias esculturas helenas de mármol y a ese tiempo pausado de antaño, cuando se trabajaba más con el corazón que con el bolsillo.

“FACHADAS Y AZOTEAS”.- El color y el juego de contrastes entre estos dos edificios de Vila, situados junto a la Plaça del Parc y fotografiados desde lo alto de las murallas renacentistas, conforman una particular bandera urbana. Lejos de los ‘skyline’ de las grandes ciudades, con sus rascacielos de cristal, esta visión de la metrópolis pitiusa refleja la alegría de sus edificios coloniales, con el desorden mediterráneo de sus azoteas, sembradas de antenas parabólicas, aparatos de aire acondicionado y ropa tendida, y la mezcolanza de edificios elegantes y antiguos con otros más anodinos y modernos.

“COMTE”.- Para quienes vivimos fuera de la isla, cada retorno se vive con una intensidad única, que se suaviza al convivir diariamente con el paisaje. Esta imagen fue tomada pocas horas después de llegar a Eivissa, tras muchas semanas sin pisarla. Al atardecer, conduje hasta Cala Comte. Se percibía que la mar había estado en calma hasta agitarse por el crepúsculo. Recuerdo disparar la cámara mientras aspiraba con fuerza y dejaba que los pulmones saborearan el perfume del salitre. Para mí, esta foto, más que visualizarse, se huele.

“MAR DORADA”.- Aquella tarde otoñal hacía mal tiempo en Porroig. Chispeaba, el fuerte oleaje impedía acercarse a la orilla y la resaca arrastraba las piedras con un ruido ensordecedor. La luz era tenue y las imágenes captadas por la cámara, apagadas y tristes, sin el aura melancólica que había ido a buscar. Me di por vencido y ascendí por el camino que sortea las casetas varadero. Al llegar a lo alto y echar una última oteada al mar, sentí que debía ser más paciente. El horizonte entero era gris, pero al fondo del todo, en ese pequeño fragmento donde el cielo y el mar se confunden, no había rastro de nubes. De pronto, el sol se asomó por esa grieta minúscula como un estallido de fuego y el mar pasó del mortecino gris a un verde intenso y profundo, sobre el que se dibujaba un camino dorado… Aquella puesta de sol fue como tantas veces ocurre en la vida. Cuando crees que algo ha concluido, inesperadamente renace y brilla con una intensidad extraordinaria.

“MANCHAS SOBRE PLOMO”.- Un día oscuro, de mar plúmbeo, bajaba por la Ronda Calvi, sobrevolando la ciudad desde lo alto de las murallas. Recuerdo andar cavilando acerca de que nadie debería marcharse de la isla sin admirar el paisaje que se divisa de baluarte en baluarte; sin comprender el poder y la majestuosidad que irradia la fortaleza amurallada en ese tramo de vertiginoso descenso. En ese instante, el sol se coló por los resquicios momentáneos que se abrieron entre las densas nubes que cubrían el cielo. Un puñado de rayos proyectó esas manchas resplandecientes alrededor del islote de Ses Rates, frente a Platja d’en Bossa, y más allá de los estanques de Ses Salines, junto a Es Cap des Falcó y la playa de Es Codolar. Apenas unos segundos mágicos, atrapados por la cámara.

“GIN TONIC”.- Es difícil disfrutar de una sensación más placentera que comer en la playa, en invierno, cuando el sol calienta pero no abrasa, hundiendo los pies en la arena. Después, disfrutar de una larga sobremesa, charlando hasta que el sol se pone y sus reflejos en el mar te ciegan los ojos. Tuve que fotografiar este refrescante gin tonic, la guinda a una de esas inolvidables jornadas, antes de acabarlo. Me parece la metáfora perfecta de un día maravilloso, que tuvo como escenario la terraza de Ses Eufabies, en Cala Tarida.

“VARADEROS”.- No hace mucho, ciertos burócratas amenazaban con derribar las casetas varadero, esos rústicos refugios donde los pescadores, profesionales o aficionados, protegen sus barcas de las tormentas y de vez en cuando cocinan una paella a sus hijos. ¿Quién puede identificarse con semejante torpeza? Los varaderos son parte de nuestra esencia; de nuestra cultura. Son tan nuestros como la necesidad que tenemos de vivir en medio del campo o de cuidar y mejorar la tierra que nos dejaron los antepasados. Quienes tratan de cambiarlo, al igual que aquellos que abusan y especulan con el paisaje, despiertan rechazo. ¿Cómo podemos borrar rincones como éste de Porroig? ¿Cómo vamos a dejar de ser auténticos y diferentes? ¿Cómo vamos a dejar de ser una isla?

“ONDAS”.- Hacía frío en la cala. La noche se aproximaba, mientras las olas rugían sobre la costa y arrastraban la arena mar adentro. La corriente, furiosa, trataba de alcanzar el embalse atravesando la estrecha acequia excavada en la roca. Sin embargo, perdía su fuerza en el camino y llegaba a la desembocadura transformada en un impotente vómito de espuma, cuyas ondas se deslizaban lentamente por la charca hasta morir junto a las algas encalladas en la orilla. Si te tapabas los oídos y te concentrabas en la serenidad de la charca, resultaba sencillo evadirse de la ira de la naturaleza.

“CHIMENEAS”.- La inclinación de los muros, la curva del horno, la hilera de chimeneas, ninguna igual a la otra; la cornisa redondeada, los cubos de distintas alturas, la cal de intenso blanco… La casa payesa, ahora que la podemos comparar con las construcciones más modernas que han proliferado por la isla, se revela como la comunión perfecta entre el paisaje y la obra del hombre. Nunca he visto una casa payesa que afeara el paisaje, que sobrara… A ésta la llaman Can Parra y está en el llano de Corona, entre vides y almendros, sin vallas ni altos muros que la aíslen del entorno y rompan el paisaje. Tantas polémicas urbanísticas, tantos ríos de tinta, cuando la solución nos la proporcionaron nuestros antepasados.

“LA GUARDIA”.- Cuantas guardias soportando frío y sabañones junto a la hoguera, cuántas horas de tertulia hablando de los corsarios que asolaban la isla, de las guerras que estaban por venir, de las muchachas casaderas, de la ineptitud de los mandos… Hoy pasamos indiferentes junto a este rincón del Rastrillo y no nos acordamos de las vivencias grabadas sobre sus piedras. Pero éstas, desde sus rincones iluminados y oscuros, parecen hablarnos. Nos dicen que allí seguirán, por los siglos de los siglos, cuando nosotros hayamos dejado atrás el tiempo y ya nadie recuerde nuestro rostro.

Acerca de Xescu Prats

Ibiza, 1973. Periodista, escritor y fotógrafo. Amante del arte, la fotografía, el cine, la literatura, el vino, la gastronomía, los viajes...
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9 respuestas a ‘Paisajes y pensamientos’

  1. Joan Segarra dijo:

    Xescu… todo un crack, super…
    Te felicito desde las lejanas tierras de La Hispaniola, (República Dominicana)
    Sólo me faltaron los almedros florecidos… para cubrir la esencia de nuestra querida y lejana isla, por lo menos para mi.

    Un abrazo y mucho éxito en este nuevo reto.

    Joan

    • Xescu Prats dijo:

      Hola Joan. Qué bueno saber de tí. El mundo digital acerca mucho las distancias, aunque de momento solo palabras y pensamientos. A los almendros en flor todavía no los podemos teletransportar. ¿Cómo te va la vida allende los mares? He visto una foto de tu guapa familia en Facebook. Espero que estéis todos bien y háznoslo saber cuando tengas previsto venir a Ibiza. A ver si nos podemos juntar todos los expatriados…

      Un abrazo,

  2. clara francia dijo:

    Tanto los fotos como los pies de foto son una delicia. ¡Y yo sin conocer tu isla!

  3. Asun dijo:

    Intuía que eras buen fotógrafo, pero costato que eres un artista de la cabeza a los pies ( por este orden y pasando por el corazón). Enhorabuena¡¡¡ y feliz aniversario ( aunque algo retrasado). Besazos

  4. Jordi dijo:

    Almanàc terrenal fotogràfic d’Eivissa !
    Una encertada selecció sobrada, per quelcom que no la coneixi.
    Quant he dit terrenal, ho deia perque no veiem personatges.
    A colació dels peus de foto, valen el seu pes en or !

  5. Jordi dijo:

    No m’estranya Xescu ara, que amics o family teva, hagin lamentat no haver pogut assistir (de la manera que sigui em sap greu a mí també), però que t’ho hagin dit, més vàlid encara, perque son unes estampes personals molt curioses d’algú a qui s’ estimen i d’altre manera, perque son coneixedors de que allà on estiguis tens a l’ànima aquest tros de Pitïusa.
    Enhorabona !
    Una abrassada.

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